El Club Internacional de los Feos, cuya sede se encuentra en Italia, acaba de inaugurar una escultura creada en honor a las personas feas, como icono de la lucha contra la esclavitud de la estética y la apariencia física.
La escultura, que ha sido ubicada en la localidad alpina de Piobicco, representa a una persona poco agraciada mirándose a un espejo sin cristal.
Allá por el siglo XVII, en esta misma localidad italiana, comenzó a celebrarse una fiesta cuyo objetivo no era otro que atraer a los jóvenes solteros de otras poblaciones para conseguir pareja a las muchachas menos agraciadas.
Aquella costumbre derivó en una tradición que el denominado Club dei Brutti mantuvo hasta el actual Club Internacional de los Feos hasta hoy. Una vez al año, Piobicco congrega a más de 3000 personas para revivir aquella tradición.
Actualmente, este exclusivo club, que preconiza la fealdad como un atributo y la belleza como una auténtica esclavitud, se halla totalmente institucionalizado y organizado.
De hecho, ingresar en el Club como miembro no es tan fácil como pudiera parecer en un principio. Además del esperable requisito de la fealdad, el proceso de examen o casting contempla también una entrevista personal en la que el candidato debe relatar las experiencias negativas que ha padecido como consecuencia de su aspecto físico. En pocas palabras, el nuevo miembro del Club debe haber padecido en sus carnes la impopularidad social de ser feo.
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